Voluntariado en Brasil: Acre y Belo Horizonte
Durante todo el mes de agosto he tenido la oportunidad de ser voluntaria en Brasil. Primeramente en Rio Branco (Acre) para conocer la misión que realizan las Hermanas Dominicas de la Anunciata. Después volví a repetir un año más mi experiencia en Belo Horizonte (Minas Gerais) puesto que me encantó aprender su realidad, conocer a personas tan hospitalarias y la labor que las Hermanas llevan a cabo.
Este año voy hacer más referencia a mi estancia en Rio Branco, ya que la de Belo Horizonte ha sido muy parecida, aunque diferente, al agosto anterior.
En Rio Branco todos los días fui confrontada con cosas que nos parecen culturalmente impensables, pero que allí forman parte del día a día. Todo va a otro ritmo, sabes cuando sales de casa pero no cuando llegarás a tu destino, por lo tanto debes ser previsor, virtud que creo que he aprendido durante mi corta estancia. Las Hermanas viven en un pueblo rural, Vila Verde, situado a unos 60 kilómetros de la capital. Un ejemplo notable de las diferencias que he encontrado es la frecuencia escasa de transporte claro que circula entre Vila Verde y la capital. Sin embargo, al mismo tiempo, fui aprendiendo a mirar esas diferencias con más respeto y tolerancia, y no con una mirada crítica o negativa. Aprendí a tener mucha paciencia, a relativizar las cosas y llevar una actividad diaria menos agitada que en Barcelona.
En Vila Verde la gente es muy sencilla: con las cosas que tienen están felices, no precisan de nada más. Una actitud que muchos europeos deberíamos aprender para valorar las facilidades y comodidades que tenemos. El paisaje de la Vila es espectacular, todo verde y eso que yo no estuve en época de lluvia. Tiene gran belleza en colores y gastronomía. Eso sí, el clima difícil de soportar, mucha humedad.
Las actividades desempeñadas en Rio Branco y en Vila Verde fueron muy diversas: asistí al proyecto de alfabetización para adultos en un barrio periférico de la capital, fui a la universidad donde aprendí algunos conocimientos sobre Mariología, Teología y Espiritualidad, estuve de refuerzo en la clase de español para los estudiantes universitarios, participé en la campaña “Em favor da vida, não do tráfico humano”, asistí a un evento contra la xenofobia de LGBT, participé en la misión de las Hermanas sobre la divulgación del Evangelio, en la misa celebrada en la Iglesia de São Antonio, donde fueron bautizados 12 niños.
También visité algunas familias de Vila Verde que explicaban sus realidades y problemáticas a las Hermanas, celebramos el cumpleaños de un vecino del pueblo rural, asistí al centro de salud e intervine en las escuelas para dialogar con los alumnos de enseñanza Fundamental. Me sorprendió notablemente que los alumnos estuvieran tan felices de ir a la escuela para poder estudiar porque lo ven como una oportunidad de futuro. No obstante, hablando con los docentes coincidimos en las mismas problemáticas que tienen los alumnos tanto allí como en Barcelona. Además, tuve la oportunidad de conocer de primera mano el Proyecto “Um mondo sem cadeias” que lleva a cabo la pastoral en Rio Branco.
En Belo Horizonte, la actividad principal que realicé fue en el complejo educativo de las Hermanas Dominicas de la Anunciata para niños y niñas entre 3 a 6 años para impartir la enseñanza básica infantil, como hice el año anterior. Ver el brillo en la mirada de un niño al oír una historia y la sonrisa con el final feliz siempre me fue un gran motivador para continuar el trabajo. Allí gocé de nuevo de la experiencia de los niños de la escuela que la mayoría se acordaban de mí por haber pintado en su patio una rayuela. También de realizar muchas actividades manuales, colaborar en el día a día del colegio y participar excursiones.
Nuevamente, un año más, es de enaltecer la lucha y entera dedicación de las Hermanas tanto en la Vila Verde como en Belo Horizonte así como toda la hospitalidad, cariño y preocupación con que reciben los voluntarios que por allá pasan. Por todas las enseñanzas que me han dado, les transmito mi sincero cariño. Gracias.
También quiero hacer una referencia al pueblo brasileño que siempre te recibe con los brazos abiertos, dispuestos a mostrar la energía y simpatía tan característica de ellos.
Finalmente me gustaría animar a todos aquellos voluntarios que quieran conocer y participar de una estancia y no tuvieran un destino fijo o claro, que escogieran Brasil, puesto que es un país que enamora. Sus gentes son ricas de conocimiento, se aprende mucho conversando con ellos, es una experiencia intelectual muy gratificante, pero sobre todo se debe destacar lo atentos, amables, alegres y acogedores que son, te hacen sentir como en casa. Por el idioma, tampoco hay problema. Es una oportunidad para aprender el portugués, pero si se tiene miedo a la lengua, que no sufran, las Hermanas hablan perfectamente español y la población les encanta que les explique cosas de nuestro país. Además los brasileños se adaptan fácilmente al portuñol, así que medianamente se puede mantener una conversación sin muchos problemas y es de agradecer que si no lo entiendes puedes de nuevo preguntarles, ellos hacen el esfuerzo de hablar más despacio sin ninguna molestia. Así que pues futuros voluntarios animaros a conocer este gran país.